Thursday, September 11, 2014

LOS MONSTRUOS ESTAN SUELTOS FUTBOL

Los regresos de Cristiano, como el que se producirá en el derbi, empiezan a ser una constante, porque lo son sus lesiones, sus molestias. Un motivo de inquietud para el futbolista y para quienes custodian su carrera, dentro y fuera del Madrid, después de años de una plenitud en la que su físico lo resistía todo. De hecho, hasta la temporada pasada, cuando empezó a dar avisos su tendón rotuliano, en todo su periodo en el Bernabéu apenas había lamentado una larga ausencia en su primer año, y fue por una dura entrada de un rival en un encuentro frente al Olympique de Marsella. En cambio, de ahora en adelante, lo recomendable sería dosificar su futuro, aunque en su entorno se preguntan cómo se dosifica a una bestia, a un deprededador
Después de dominar la final de la Supercopa de Europa, en Cardiff, Cristiano acabó con molestias la ida de la Supercopa de España. En la vuelta, en el Calderón, intervino sólo en la segunda mitad. Jugó, posiblemente sin una recuperación total, frente al Córdoba, no lo hizo en Anoeta, donde perdió el Madrid, y tampoco se incorporó a la concentración de Portugal. El fútbol de su país ha padecido también su ausencia: una derrota ante Albania y la marcha de Paulo Bento. En realidad, es como si la tendencia en la que finalizó el curso pasado no se hubiera corregido. Esas situaciones generan un estrés que en nada beneficia la recuperación. El riesgo es la intermitencia.
Con independencia de su privilegiada genética, Cristiano ha perfeccionado su maquinaria más allá del entrenamiento, hecho que llegó a preocupar a los servicios médicos del Madrid en el pasado. Estaba sobreentrenado. Lo que en un deportista se entiende por profesionalidad puede llegar a ser un peligro si se aproxima a la vigorexia. El desarrollo de su físico ha sido espectacular, pero mientras los músculos se tonifican y aumentan su volumen, no lo hacen los tendones, que son los tejidos que los unen a los huesos y soportan sus cargas. La tendinitis es, pues, una patología habitual en los deportistas que necesitan explosión y, consecuentemente, un desarrollo muscular mayor.
Todo ello no quiere decir que ése sea, en concreto, el problema de Cristiano, algo que únicamente saben quienes lo tratan. Pero lo prudente, a sus 29 años, en la cima y tras 12 temporadas en clubes de élite, es  planificar el último tramo de su carrera de forma distinta al pasado. El problema es quién y cómo decírselo.

cortesia elmundo.es

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