Francisco Nicolás Gómez-Iglesias, el joven detenido la pasada semana acusado de estafa, suplantación y falsedad en documento público tras hacerse pasar presuntamente por agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), después de haber alternado y fotografiarse con políticos, empresarios, famosos y hasta con el propio rey Felipe VI el día de su coronación, no es sólo una muestra de cómo alguien puede venderse personal o profesionalmente con habilidad. También es un ejemplo de cómo en la sociedad –y por supuesto en el ámbito profesional–, ciertas dosis de papanatismo llevan a fijarse en aspectos que no tienen que ver con la solidez, el valor añadido, la eficacia o la relevancia real. Parece contar mucho más la apariencia, las formas, el envoltorio personal y profesional, o la simple visibilidad.
De poco sirve decir que eres el mejor para un puesto si no puedes probar que eres lo que prometes
En el terreno laboral hay quien se dedica a hacer política y tiene como actividad principal salir en la foto. Es evidente que muestran una gran habilidad para ello, pero la cuestión es que muchas organizaciones, además de aceptar esto, lo recompensan. No premian los logros. Quien consigue promocionar allí es un tipo de profesional más visible que sólido y efectivo.
En el entorno que favorece la aparición de individuos como el pequeño Nicolás, cabe preguntarse si hay expertos porque aparecen en todos los sitios, o están en todos los sitios porque son realmente expertos.
Falsos icebergs
Guillem Recolons, socio de Soymimarca, explica que "hay personajes que consiguen saltarse los protocolos y entrar allí donde se proponen. Utilizan lo que conocemos como labia, buena presencia, pero sobre todo una sensación de seguridad que no admite dudas a quien le acoge. Son falsos icebergs. Se ve lo que flota, pero no hay nada debajo".
Las apariencias ayudan, pero es intolerable que dominen los criterios de selección
Andrés Pérez Ortega, consultor en posicionamiento personal, cree que la primera condición que debe cumplir un producto, un candidato o un empleado para ser elegido, es ser útil: "En un proceso de selección tenemos el currículo. En una empresa, se supone que ascienden los que producen los mejores resultados. En el caso del pequeño Nicolás, su relevancia y utilidad consiste en su supuesta capacidad para poner en contacto a determinadas personas que suponen que acabarán obteniendo un beneficio".
cortesia elmundo.es
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