Se llama Diego Costa y es un delantero desquiciado consigo mismo, y eso que terminó marcando después de siete partidos. En 20 minutos había disparado ya cinco veces. Fueron ocho en media hora, y el último solo, solísimo, en el punto de penalti, con todo el tiempo del mundo para pensar dónde mandar la pelota, que finalmente cogió el camino de un lateral de la portería por el mal golpeo del hispano-brasileño. Le pegó horrible, fuera, muy fuera de hecho, y se subió la camiseta para taparse la cara. Desconectó del partido durante los minutos siguientes e incluso cuando Alcácer celebraba su gol, el segundo de España pues había abierto la lata Silva, Costa se quedó parado y fue Iniesta quien lo cogió de la cintura para celebrar.
cortesia elmundo.es
Alcácer y dos debuts más
ReplyDeleteEn el otro lado del desasosiego vive Paco Alcácer, un chico que acumula ya tres partidos consecutivos marcando, habiendo jugado cuatro en total, dos como titular y dos entrando desde el banquillo. No sonó mal ese dúo con Costa arriba porque la movilidad de ambos deja entrever muchos problemas incluso para defensas más expertas que la de Luxemburgo, un equipo entusiasta, hilado por futbolistas poco más que amateur en un país donde el fútbol no significa casi nada y donde España reparó las heridas de Zilina.
Necesitaba la selección, también Del Bosque, una victoria sin sobresaltos, tan fácil como fue la de ayer, que sirvió también para ver dos nuevos debuts, los de Rodrigo y Bernat, fabricante y rematador en la jugada del cuarto gol. Se marcha la selección en calma hasta el mes que viene, donde sigue la fase de clasificación y espera en Vigo un amistoso con Alemania, uno de esos días para seguir creciendo.